Las últimas misiones de Semana Santa para mí en el seminario hubo un ambiente muy pesado respecto a la violencia. Muchas parroquias y universidades suspendieron sus misiones a causa de la gravedad de la violencia con la que se venía viviendo.
Un día nos juntaron en el Auditorio de la Escuela y el sacerdote nos dijo que eramos enviados a dar la vida, más o menos con estas palabras: "Muchachos, saben que muchos han suspendido las misiones, nosotros vamos a ir, porque a esto hemos dedicado nuestra vida, los otros tienen la opción de ir o no porque su misión es otra, pero esta es nuestra misión, no podemos echarnos ahora para atrás... si alguno perdiera la vida, para nosotros sería una buena noticia porque habría un mártir de esta casa para la Iglesia" ...
En el fondo estaba el pensamiento de nuestros Obispos que habían pedido recientemente a los sacerdotes que fueran agentes de paz, aunque esto les costara la vida. Sin imprudencias, pero con valor, ser constructores de paz. Esas misiones teníamos miedo, especialmente por los que iban a los lugares en donde la violencia se encrudeció días anteriores... pero fuimos a anunciar... sabieéndo en quién hemos puesto nuestra confianza...
En estos últimos días, el mensaje se nos vuelve a repetir: todos somos agentes de paz, laicos y consagrados... tenemos la misma misión. Aunque esta vez no se nos ha dicho con palabras sino con el ejemplo.
Te agradecemos a ti, Mons. Alberto Suárez, Arzobispo de Morelia, que hayas tenido el valor de anunciar la paz en circunstancias difíciles. GRacias porque en el funeral de los 18 civiles secuestrados y asesinados en Acapulco hiciste ese enérico llamado a la no violencia y la paz.
Tu voz que pide "se haga justicia" resuena en el corazón de todos los que anhelamos el cambio. Tu grito quepide a las autoridades locales y federales que unan fuerzas "para frenar la criminalidad" en México, se une a nuestros gritos cotidianos, pero tu grito es más fuerte, es mejor escuchado por tu posición... te has convertido en la voz fuerte de los de la voz queda.
Cuando anunciaste y denunciaste esto sólo hubo dos mil personas, pero fuimos más los que lo escuchamos y nos sentimos inflamados por tu valor. Y qué gran misericordia la de tu Dios, un Dios tan bueno al que haz elevado tu oración para pedirle que proteja a todos de las personas malvadas que acosan a la sociedad y al mismo tiempo ruegas por ellos para que alcancen la paz que sólo Jesús nos da.
GRacias por tu valor y testimonio... porque así todos nos podemos envalentonar para hacer algo por la paz, así todos podemos vencer el miedo que es el enemigo primero del amor...
P.D. Hombres de valor, necesita Dios...